Puede resultar sorprendente para mucha gente conocer que el impulso de apostar puede convertirse en una profesión para algunas personas. Pronosticar las apuestas deportivas puede transformarse en una forma de conseguir un margen de ganancias lo cual supone enfrentar la posibilidad de pérdidas cuando un pronóstico no es demostrado por la realidad.
El secreto profesional de esta actividad está en diversificar el riesgo en distintos eventos. Y, además, en tener un porcentaje de aciertos lo adecuadamente elevado como para compensar con ganancia las pérdidas de los fallos.
Todo este trabajo supone un previo análisis de los mercados de apuestas, y descubrir en ellos cuotas mal ponderadas. Por ende, la persona que puede permitirse vivir de las apuestas es aquella que establece de una mejor manera las probabilidades de los eventos que las casas de apuestas. Es una tarea posible pero ardua y que implica un trabajo previo de análisis con un soporte numérico.
Pronosticar las apuestas deportivas no se desprende de cualidades personales de clarividencia sino que el apostante profesional ha de situarse por encima de un resultado particular con posiciones muy repartidas en diversos eventos.
Las apuestas deportivas como negocio en auge encuentran apoyo en las casas de apuestas que organizan el mercado de apuestas con sus cuotas. En estas cuotas están contenidos los cálculos para asegurarse una ganancia. Si se consigue hacer un reparto equitativo del conjunto de posibilidades para un evento deportivo independientemente del resultado se obtendrá un margen positivo.
Las casas de apuestas no entienden su actividad como un enfrentamiento con cada apostante en particular. El éxito de ellas está en dirigir las ventas hacia todas las opciones posibles de un evento deportivo. Quien gana ha contribuido de la misma medida al negocio que quien pierde ya que se ha ocupado de cubrir con su dinero un resultado alternativo que en este caso no se ocasionó.
Frente al jugador profesional o semiprofesional se halla el jugador por impulso. Las emociones que se viven en él al ver un evento deportivo se multiplican con la previsión de ganancias o pérdidas económicas.
A la hora de pronosticar las apuestas deportivas el tipster es el nivel más alto dentro de este mundo. El tipster vende sus pronósticos a apostantes particulares. Como es claro que la continuidad de su negocio depende de los resultados positivos el grado de experiencia en este mundo ha de ser muy elevado.